Por Luis Fernando Alvarez Cuevas
Su nombre científico es Atta cephalote y son hormigas bastante grandes. Durante las primeras lluvias comienzan a salir de los zompoperos, machos y hembras vírgenes con el propósito de procrearse en pleno vuelo. Es cuando el sanmartineco usando técnicas tradicionales, los captura y los lleva al hogar para ser consumidos como una delicia gastronómica.
Estos insectos alados eran conocidos por el pueblo Kaqchikel, mucho antes de la venida de los españoles. Al zompopo, se le llama ch`ekën y según las ideas de los abuelos mayas salían de sus nidos después de tres días seguidos de fuertes lluvias.
Los tiempos han cambiado, y los zompopos ya no son de mayo, pero los paisanos los esperan ansiosos, ya que se han convertido, para los que sabemos apreciar del sabor de un platillo así, en un lujo, ya que una sola libra puede costar más de cien quetzales.
Atraparlos, y cocinarlos es algo muy familiar. Algunos los preparan quitándoles cabecita, patas y alas, echando sobre el comal el torax y abdomen, para que después de pasados por este proceso, puedan comerse con limón y sal. Tradicionalmente se comen con tortilla.
He escuchado de familias que los comen con frijoles y los más modernos han creado cosas como la Zompopizza o los chocolates con un zompopo dentro. Comer zompopos era casi como una travesura familiar. La curiosidad nos llevó a probarlos y la verdad nos quedamos encantados de ese sabor tan nuestro. Por esta característica a nosotros nos llaman zompoperos. Los zompopos son animales extraordinarios, le aconsejo que intente encontrar algunos vivos para que los vean sus hijos. Son realmente interesantes, solo que después de esto, no podrá decirles, que no jueguen con la comida.
Sé que mis queridos lectores de otras partes del país o del mundo, nos van a juzgar como personas de pueblo y con tradiciones raras, pero quiero invitarlo a probarlos, y después de eso entenderá, por que son tan caros. En mi caso 100% zompopero.
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